Respuesta de Marcelo Tinelli a Sherlock Holmes

Consigna: sigue el intercambio de cartas: a la carta que recibió el personaje que crearon, tienen que responder negándose a la propuesta. Para ello, tendrán que utilizar como recurso una metáfora y una ironía, además de contraargumentar lo que les propusieron, con todo otro procedimiento que encuentren útil.


Carta enviada de Sherlock Holmes:

Sherlock Holmes: Detective mundialmente conocido y una  mente tempestuosamente brillante. Con un consumo diario de cocaína, morfina y tabaco, su mayor adicción es la soledad.  Sin embargo, luego de un tiempo de reflexión, se encuentra deprimido   al darse cuenta de las amistades que ha perdido con el pasar de los años,  a raíz de su obstinado carácter. Abandonando su  característico orgullo, escribe  una carta  llena de esperanza.

 

221B Baker Street, Marylebone, Londres, Reino Unido.

22/9/2020

Querido Marcelo Tinelli:

Sé que le debe resultar extraño escuchar de mí persona  después de tanto tiempo. Ciertamente a mí me desconcertaría, de estar en su lugar. Quizás incluso me ofendería, luego de tantas cartas devueltas al remitente, cumpleaños ignorados y amigos perdidos con el pasar de los años. Debo confesarle,  mi comportamiento ausente me avergüenza profundamente. Pero en mí vive  un sentimiento aún peor que la vergüenza, y es el dolor de dejar ir una amistad. Especialmente, una tan gratificante, atenta y divertida como la que supimos tener hace ya mucho tiempo.

Espero me perdone, mi estimado.  No sé cómo reponer los daños causados por mi egoísta actitud. Sin embargo, aún avergonzado, me atrevo a  pedirle un favor. Qué descaro el de éste hombre, pensará.  Y tiene razón. De cualquier manera no creo que le sorprenda mi insolencia, usted siempre estuvo al tanto (y en no pocas ocasiones, inclusive se enorgulleció) de mi osadía.

Le propongo un viaje, querido amigo. Déjeme adivinar, usted está leyendo mis palabras suponiendo que finalmente la locura y la droga han ganado la guerra contra mi consciencia. Seguramente está considerando  suspender la lectura definitivamente, y  tirar éste trozo de  papel al fuego del hogar en su oficina. Pero regáleme unos pocos minutos en su ocupada agenda, por los viejos tiempos. Siempre supe cómo convencerlo de embarcarse en las más extrañas aventuras, eso no me lo puede negar.

La travesía que tan encarecidamente le pido realizar junto a mí, tiene el objetivo de retomar los lazos que nos ataban y ahora se ven rotos y deshilachados. Sería un viaje en auto, cruzando el país de punta a punta.  Nos serviría para charlar y ponernos al día con la cantidad de anécdotas que nos hemos perdido debido a una nuestra perseverante separación. Escucharíamos música y cantaríamos (quizás Twist and Shout, conocida canción de mis compatriotas The Beatles), desafinados y al unísono, como siempre lo hicimos.  Nos reiríamos hasta las lágrimas. Si no se encuentra aún seguro de que ésta actividad sea capaz de limar las  asperezas de nuestra relación, le doy un ejemplo  de su amada película, con la esperanza de lograr mi cometido.

Thelma y Louise, en su viaje por las rutas de  Estados Unidos  hasta el Gran  Cañón del Colorado, supieron afianzar su amistad y unirse de por vida. Por supuesto no cuento con que suframos el mismo final, no se preocupe. No es mi intención suicidarnos, sino todo lo contrario. Volveríamos a vivir como cuando fuimos jóvenes.  Sería la más grande aventura de nuestras vidas, nuestra pequeña máquina del tiempo.

Sinceramente creo que esto vale la pena, Marce. Después de todo, como dice nuestro italiano favorito, “La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea.”

Alberto Moravia no se equivoca. Y me atrevo a decir que en ésta ocasión, yo tampoco.

Espero su respuesta. De ser positiva, saldríamos dentro de dos amaneceres.  Sé que es pronto, pero no se olvide del viejo refrán, “El tiempo es oro.”

Lo saluda afectuosamente su viejo amigo,  Sherlock Holmes.


Respuesta de Marcelo Tinelli:

Querido Sherlock:

Espero que no esté hablando en serio. ¿Usted me está proponiendo que compartamos un viaje en auto? ¿Ya? ¿Como si fuésemos dos adolescentes aventureros sin responsabilidades que cumplir? ¿Como si pudiera mandarme a mudar y dejar a mi mujer y a mis hijos? ¿Y qué con las miles de obligaciones laborales que debo realizar? ¡Oh, por Dios, Sher! ¡Qué idea tan brillante la de usted! ¡Lo aplaudo de pie! No sé qué será actualmente de su vida, pero de la mía desconoce absolutamente todo. E igualmente reconozco que me asombra la absurda propuesta viniendo de una persona tan lista como usted. Pero sigues siendo, como tú bien mismo reconoces, el mismo egoísta de siempre. ¿A quién se le puede ocurrir volver a aparecer después de tanto tiempo y hacer como si nada? Solamente a usted. Podría haber empezado por simular interés sobre mi vida y mis cosas, ¿no? 

Me sorprendió que me haya escrito una carta, Sher. Al principio, cuando supe que era de usted, en el buen sentido. Porque si bien me siguen doliendo ciertas cuestiones que ya quedaron en el pasado, créame, yo le sigo teniendo mucho aprecio. A  mis hijos le he contado muchísimas anécdotas compartidas. Se vuelven locos con la del show que compartimos en Punta del Este, cuando hiciste que Ricky echara chispas de la rabia. A Lorenzo, el más chiquito, le encanta escucharla y cada vez que la cuento se estalla de la risa. Fuimos grandes compañeros durante muchísimo tiempo y eso jamás lo olvidaré. Pero nunca toleré que pienses en vos y en nadie más que vos. Y confirmo, leyéndote, que sigues siendo exactamente igual. Y eso, a esta altura de mi vida, me fastidia el triple que en los viejos tiempos. 

Gracias por escribirme y gracias por la invitación. Hubiese preferido que te preocuparas un poco más por cómo estoy y cómo me encuentro. Pero eso nunca llegará de tu parte.

Por cierto, no quiero y tampoco puedo hacer el viaje que me mencionas. Igualmente nunca lo olvides: te quiero.

Marcelo Hugo Tinelli. El Cabezón.



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