"Nunca falla" - Cuento propio

Consigna: Escribir un cuento en el que aparezcan los 5 objetos que eligieron, de la siguiente manera:
uno aparece dentro de un flashback (retrospección, recuerdo de uno de los personajes: cartas), otro es robado: cadenita, otro es un amuleto de uno de los personajes o del narrador: raqueta Dunlop, el cuarto es parte del escenario: reloj y el último funciona como pasaje a otro mundo / situación / escena / estado de cosas: camiseta Umbro



Nunca falla

El tiempo vuela. Creo que no hay frase más dolorosa. Porque, sentado en mi sillón y solo en casa solamente pienso. Y esos pensamientos combinan melancolía y tristeza. Pero también bronca. Porque es verdad, el tiempo vuela. Y viéndolo ahora, reflexiono y llego a la maldita conclusión de que muchísimas veces no le saqué verdadero provecho. Creo que no hay nada más valioso. Es fugaz y no se puede recuperar. Pero sí te podés arrepentir de no haberlo exprimido al máximo. Y ese es mi estado actual y el que vengo atravesando hace ya un tiempo. Y se me vienen varios flashes de momentos y situaciones que me volvería volver a vivir para poder disfrutarlas como se merecían. Como cuando el tío Néstor, en muchos de los cumpleaños familiares, insistía e insistía para enseñarme a jugar al truco y yo le decía que no lo entendía y que no estaba muy interesado en aprender. Y él seguía insistiendo hasta llegar a cansarme y no darle pelota. Porque simplemente no quería, mi cabeza estaba en otra y no quería jugar a las cartas. Y es al día de hoy que no entiendo cómo ni una sola vez quise que me enseñara. No era una insistencia con tonos agresivos ni molestos. Me lo decía con alegría porque estaba esperando seguramente que de cien veces, en una le dijera que sí. Y yo, tan estúpido, no solo desestimaba la invitación, sino que además a veces también me enojaba, me fastidiaba. Me encantaría poder recrear esos momentos con el tío y verle la cara de entusiasmo como si fuese un niño esperando un chocolate. Y decirle que sí, no vivir malhumorado, no estar en mi mundo y atender un poco más a los que me rodean. Y no busco autoconvencerme, pero esto que pienso creo que es parte de la vida. Crecer, madurar, tener otra visión totalmente diferente con el paso de los años y aprender a valorar las cosas que realmente valen. Así y todo es una sensación bastante amarga. En esos cumpleaños recuerdo también que el tío era un gran charlatán y contador de anécdotas. Era el que hacía divertir a la mesa por su gracia e insoslayable elocuencia, y por sus exegaradas pero divertidas gesticulaciones a la hora de hablar. Hoy sería un genio del stand-up, sin lugar a dudas. La cadenita de plata que ahora mismo llevo puesta, según contó una vez, es robada. Nunca me quedó del todo claro qué tan real era esa historia. Es otra de mis grandes cuentas pendientes porque siempre pensaba en preguntárselo y después me terminaba olvidando. Sacando mis propias conclusiones me animo a decir que fue totalmente inventada. Porque si bien era un gran orador, ciertas cuestiones a pesar de resultar chistosas no tenían sentido. Pero me encanta usarla y también me recuerda a él, a sus historias y a su gracia tan genuina.
Me encantan las reflexiones en soledad, pero a veces me abruman. Cuando ya siento que el silencio me incomoda, por más que esté cansado y muriéndome de sueño, algo necesito hacer. Para distraer la cabeza, para no pensar y no seguir castigándome. El noventa por ciento de las veces acudo a lo mismo: conecto los auriculares al celular, pongo música, voy al patio y empiezo a raquetear contra el paredón. Puedo estar horas y juro que me distiende. Encuentro una relajación que por ahora no logro encontrar en otro sitio. Música y tenis, nada mejor. Aunque la música es más bien un complemento al tenis. Mi Dunlop es mi amuleto, mi talismán. Después de moverme un rato, de drives y de practicar mi revés entro a casa con otro semblante. Mi raqueta genera en mí vibras realmente positivas, es difícil de explicarlo pero vivo comprobándolo, nunca me falla. Quizá porque es mi favorita de las que tengo y con la que mejor me fue cuando era bueno en esto. Y cuando uso la remera gris con líneas azules Umbro que me regaló papá siento por momentos que estoy en el Tigre's Open. En el torneo que fui feliz, el que disfrutaba jugar y que me viera mi familia jugarlo. Qué ganas de volver a esas hermosas épocas...
Después de una hora y veinte exacta, así lo indica mi reloj en la muñeca izquierda, de hacer la actividad física del día al aire libre y con el incesante ruido de los pájaros es hora de ir a bañarme. Domingo en soledad lleno de vaivenes emocionales. Arranqué con sentimientos encontrados y lo termino más relajado. La Dunlop nunca falla...

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