"Maldita casa" - Cuento propio a partir de la anécdota de Chejov
Consigna: A partir de la anécdota de Chejov, contar un cuento. “Un/a ………………. (nombre o tipo de personaje), en .................. (lugar, ambiente, época), va a un/a …………………… ( situación, ambiente más concreto, institución), gana / hereda / accede / encuentra / roba / recibe / falsifica / etc un millón (o cifra grande), vuelve a ............. (lugar, ambiente, etc), se suicida “.
El ambiente se puede elegir en el pasado, presente o futuro, también se puede variar el género (fantástico, de terror, de ciencia ficción, drama, cómico o paródico, policial, maravilloso, de iniciación), el tipo de protagonista y la trama de los hechos. Lo principal es que se vean las dos lógicas, la de la historia del dinero o riqueza descubierta y la del suicidio.
Maldita casa
Era un día como cualquier otro en la vida de Diego. El ruido de los pájaros lo levantaron de la cama. Apurado, como de costumbre, calentó el agua para arrancar la mañana con sus clásicos mates amargos. Diego era de Beccar y vivía solo, en la casa donde estaban sus padres antes de que ambos murieran. Pero allí tenía las horas contadas. Antes de que saliera hacia el trabajo, había recibido el llamado de la inmobiliaria notificándole que, tras varios meses sin novedades, finalmente se había concretado la venta de la propiedad. La felicidad, a él que no era un tipo muy feliz últimamente, lo había invadido por completo. Estaba esperando que llegara ese día, ese llamado. Y por fin había llegado. La transacción se había cerrado en trescientos noventa mil dólares para las arcas de Diego. Durante los tiempos venideros, iba a hospedarse en el departamento de Cristian, su hermano. Apenas había cortado con la llamada, y luego de haberlo notificado en su trabajo para que le otorgaran día libre por cuestiones personales, se lo comunicó a su compinche. Cristian, además de llevar el título de hermano era su mejor amigo, su mano derecha. Y en muchos momentos duros y adversos, su único sostén. Quería compartirle su felicidad y también aprovechar para pedirle que lo ayudara con la mudanza. Desmontar una vivienda de casi ochenta metros cuadrados para una sola persona resultaría sumamente tedioso. Cristian, siempre tan generoso con él, había accedido sin chistar. Ese mismo día tuvieron que empezar a guardar, limpiar y tirar. Todo lo que se hace cuando uno está por mudarse.
Tras una jornada ardua y agotadora de trabajo, Diego, como acto de agradecimiento, lo había invitado a su hermano a Beiss, un reconocido bar de la zona. Quería coronar ese gran día festejando junto con su hermano, comiendo hamburguesas y tomando cervezas como en sus viejas épocas. Cristian, un tanto extenuado, le había sugerido que fuesen otro día, pero Diego nunca quiso ceder y le había dicho que el día para festejar era ese y solamente ese. Le dijo que volviera a su casa, que se vistiera para la ocasión, y que lo esperaría ya listo, alrededor de las once y cuarenta y cinco de la noche, en la casa recientemente vendida.
Pero ese encuentro nunca sucedió. Sumamente puntual, Cristian había arribado a la casa y se había quedado en el auto esperando a su hermano. Tras cuatro llamadas sin respuesta, y sospechando que Diego aún no estaba listo, había decidido entrar con su juego de llaves y apurarlo. Al ingresar, se le vino el mundo abajo. Diego estaba tendido boca abajo en el suelo, rodeado de un inmenso mar de sangre y de una pistola a su lado que había sido gatillada. En el bolsillo trasero de su pantalón, Cristian pudo observar que sobresalía un papel que decía: "Hermano querido, hice lo que quise hacer desde que mamá se nos fue. Mi vida nunca más volvió a tener sentido. Ya no aguantaba más. Me iba a dormir todas las noches deseando que esta maldita casa se vendiera de una vez por todas. Sabía que cuando ese día llegara, yo ya no tenía más nada que hacer. Hoy mismo, cuando te fuiste, tramité el tema de la herencia para que te corresponda todo a vos, Cris. Gastala y disfrutala en lo que quieras, hermano. Terminé con mi vida antes de que el cáncer lo hiciera. Así que no estés mal. Gracias por ser de fierro. Te quiero".
Pero ese encuentro nunca sucedió. Sumamente puntual, Cristian había arribado a la casa y se había quedado en el auto esperando a su hermano. Tras cuatro llamadas sin respuesta, y sospechando que Diego aún no estaba listo, había decidido entrar con su juego de llaves y apurarlo. Al ingresar, se le vino el mundo abajo. Diego estaba tendido boca abajo en el suelo, rodeado de un inmenso mar de sangre y de una pistola a su lado que había sido gatillada. En el bolsillo trasero de su pantalón, Cristian pudo observar que sobresalía un papel que decía: "Hermano querido, hice lo que quise hacer desde que mamá se nos fue. Mi vida nunca más volvió a tener sentido. Ya no aguantaba más. Me iba a dormir todas las noches deseando que esta maldita casa se vendiera de una vez por todas. Sabía que cuando ese día llegara, yo ya no tenía más nada que hacer. Hoy mismo, cuando te fuiste, tramité el tema de la herencia para que te corresponda todo a vos, Cris. Gastala y disfrutala en lo que quieras, hermano. Terminé con mi vida antes de que el cáncer lo hiciera. Así que no estés mal. Gracias por ser de fierro. Te quiero".
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