Diario de escritores - Aire libre

Consigna: elegir un lugar cercano (exterior) para sacar una foto, busquen una escena que les llame la atención por algo, y un lugar al que puedan acceder sin problemas todos los días. La propuesta es sacar una foto con el mismo encuadre todos los días, preferentemente a la misma hora.
De acá al próximo encuentro, subir las fotos al blog y elegir algún elemento en común de las imágenes para describirlo lo más objetivamente posible.








La idea primaria era tomar las fotografías bien temprano, una vez que abro el negocio 9:30 y ubico a las banderas, carteles y bidones en la vereda. Pero siendo absolutamente sincero, el primer día se combinaron dos factores fatales: sueño y sobre todo, muchísimo frío, y preferí hacerlo al mediodía.
Las tres imágenes son de tres días diferentes de esta última semana. Elegí orientar la cámara de mi celular hacia el lado que va, para que entiendan lectoras y lectores, hacia la Avenida Maipú. Terminé optando por este plano porque recuerdo que lo primero que llamó mi atención visual fueron las hojas secas posadas sobre la vereda de mi vecina. En mi cuadra, particularmente, hay varios y diversos árboles. Pensé que sería interesante retratar cómo iba viéndose esa vereda con el correr de los días. En la primera imagen es en la que más se observan, dispersas a lo largo y ancho de los grises baldosones. Son de esas que cuando vas caminando y las pisás hacen un crujido agradable a los oídos. No lo intuyo, eh. Me desplacé algunos metros para comprobarlo... En las otras dos, y como si una ráfaga feroz las hubiera trasladado a otro sitio, casi no hay. Lo que me pareció extremadamente curioso es que tanto en el segundo como en el tercer retrato, si observan detalladamente, se darán cuenta de que la misma hoja se encuentra ubicada en el mismo lugar, como si ésta estuviera adherida al adoquín. Ah, en la última imagen, si esfuerzan un poco la vista, también verán que hay un disco compacto. El "invitado sorpresa" de esta fotografía...
Como comenté previamente, la idea de representar a las hojas en la vereda contigua era el mayor atractivo que pensé en el momento para escribir. Volviendo a ver cada una de las fotografías, noto que hay muchísimos otros elementos en los que podríamos detenernos. El día más soleado es el de la tercera imagen; en la primera no hay vehículos circulando y sí en la segunda (camión y a su lado una bicicleta, en la misma dirección) y también en la tercera (a lo lejos, el 59 doblando); solamente en la última fotografía vemos a una transeúnte, acompañada por su perro.




Sábado, 12:05 del mediodía. Saco rápidamente la foto, hace mucho frío, incluso más que el que hizo ayer (y también fue mucho, eh). El cielo está cubierto, en su totalidad, de nubes. Esta vez, el sol no muestra intenciones de asomarse y proporcionar un poco de calor. Ya no hay presencia de hojas sobre la vereda de la vecina, apenas podemos observar una sola, en la hilera de baldosones donde comienza a ser territorio ajeno. Tampoco está el CD que pude visualizar ayer. ¿Lo habrá volado el viento? 
Hoy, y a diferencia de los tres días previos, en el preciso momento del retrato pasa caminando por la vereda vecina una madre con su hijo, seguramente. Ambos, y a diferencia de la persona que ayer paseaba a su perro, se dirigen hacia el lado de la Panamericana. 



Sol, al fin. Voy predispuesto a tomar la fotografía de otra forma, más alegre. Hace frío, obviamente. Pero, esta vez, el rayo solar da de lleno en mi rostro y hasta me dan ganas de permanecer un rato más al aire libre. En la vereda hay unas cuantas hojas más que las que habían ayer, como si hubiesen pedido permiso para posarse allí y también disfrutar del día más atractivo de la última semana. Son siempre las mismas hojas y deben caer todas del mismo árbol, que se encuentra en la vereda lindante a la de mi vecina. Está pasando el 71 y la sombra que causa éste se refleja oscureciendo aproximadamente un cuarto de los grises baldosones.

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