Diario de escritores - Dolina y Lavand
Consigna: Les pido que observen y anoten en el Diario cuáles son para ustedes las virtudes como narradores de los dos: cómo te enganchan, de qué manera trabajan la palabra, la pausa, el silencio, los cambios de tono, el humor, el dramatismo, la relación con el público. Para eso también les va a servir el tercer video de la charla TED, donde Lavand cuenta un poco acerca de su manera de presentar sus "juegos", su estilo, su manera de contar, su arte.
El primero de los videos muestra a René Lavand, prestigioso y reconocido ilusionista argentino, en uno de sus característicos espectáctulos. Está sentado, frente a la audiencia, con tan solo tres migas y un pocillo sobre un paño verde (su "laboratorio", así lo llamaba él). Realizaba juegos, buscando siempre una composición que tuviera concordancia entre lo que decía y hacía. A raíz de un accidente cuando era niño, perdió su mano derecha y debió cimentar su estilo bajo estas circunstancias; explica que no había libros ni maestros que explicaran técnicas, para una sola mano, de prestidigitación.
En ese decir y hacer, Lavand procura alcanzar la belleza de lo simple. Combina su arte manual con el arte del relato; a ese asombro del ilusionismo, le añade, por la vía de la oralidad, diferentes recursos que emplea para lograr cambios emocionales de sus oyentes. Romanticismo, enseñanzas y dramatismo se hacen presentes en la narración al citar a Li Po, quien fuera un poeta chino. Lo acompaña la música, en congruencia con el equilibrio que pretende alcanzar, con mayor protagonismo en sus "vacíos narrativos". Pausas y silencios, necesarios para él, en los momentos más propicios de la narración, para detener la acción por un instante e incrementar el clima de expectativa en el auditorio.
Sabe cuáles son los momentos de conclusión del discurso y, acto seguido, desplaza con su mano el pocillo, mientras trabaja la cercanía con su público: "gracias a todos", esboza en cada terminación narrativa.
El segundo narrador también es argentino: Alejandro Dolina, escritor, músico y conductor de radio y televisión.
Vuelve a aparecer en escena Li Po. Dolina cuenta una historia de este poeta chino. A diferencia de Lavard, acude principalmente al uso de la comicidad y para lograr esto emplea un lenguaje cotidiano, cercano a los oyentes y de sencilla comprensión. Sabe a la perfección cuándo es el momento del humor y no abusa de él.
Se trata de un relato pedagógico, donde brinda constantemente información. En ciertos momentos, detiene la explicación, reflexiona y entrega su opinión sobre algunos hechos que narra de su relato. El cambio de su tono de voz lo produce cuando cita frases manifestadas por los personajes que forman parte de su exposición.
Me parece impresionante que sostenga un ritmo narrativo que atrapa al receptor durante tantos minutos. Admiro a quienes, con tanta simpleza y naturalidad, producen el arte de improvisar.
El primero de los videos muestra a René Lavand, prestigioso y reconocido ilusionista argentino, en uno de sus característicos espectáctulos. Está sentado, frente a la audiencia, con tan solo tres migas y un pocillo sobre un paño verde (su "laboratorio", así lo llamaba él). Realizaba juegos, buscando siempre una composición que tuviera concordancia entre lo que decía y hacía. A raíz de un accidente cuando era niño, perdió su mano derecha y debió cimentar su estilo bajo estas circunstancias; explica que no había libros ni maestros que explicaran técnicas, para una sola mano, de prestidigitación.
En ese decir y hacer, Lavand procura alcanzar la belleza de lo simple. Combina su arte manual con el arte del relato; a ese asombro del ilusionismo, le añade, por la vía de la oralidad, diferentes recursos que emplea para lograr cambios emocionales de sus oyentes. Romanticismo, enseñanzas y dramatismo se hacen presentes en la narración al citar a Li Po, quien fuera un poeta chino. Lo acompaña la música, en congruencia con el equilibrio que pretende alcanzar, con mayor protagonismo en sus "vacíos narrativos". Pausas y silencios, necesarios para él, en los momentos más propicios de la narración, para detener la acción por un instante e incrementar el clima de expectativa en el auditorio.
Sabe cuáles son los momentos de conclusión del discurso y, acto seguido, desplaza con su mano el pocillo, mientras trabaja la cercanía con su público: "gracias a todos", esboza en cada terminación narrativa.
El segundo narrador también es argentino: Alejandro Dolina, escritor, músico y conductor de radio y televisión.
Vuelve a aparecer en escena Li Po. Dolina cuenta una historia de este poeta chino. A diferencia de Lavard, acude principalmente al uso de la comicidad y para lograr esto emplea un lenguaje cotidiano, cercano a los oyentes y de sencilla comprensión. Sabe a la perfección cuándo es el momento del humor y no abusa de él.
Se trata de un relato pedagógico, donde brinda constantemente información. En ciertos momentos, detiene la explicación, reflexiona y entrega su opinión sobre algunos hechos que narra de su relato. El cambio de su tono de voz lo produce cuando cita frases manifestadas por los personajes que forman parte de su exposición.
Me parece impresionante que sostenga un ritmo narrativo que atrapa al receptor durante tantos minutos. Admiro a quienes, con tanta simpleza y naturalidad, producen el arte de improvisar.
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